Mi primera maratón. Sevilla 2014

Comienza esta aventura en el pasado mes de septiembre, cuando realizando la planificación de este año surge la idea de realizar un proyecto sobre algo nuevo, diferente, que me motivara y que desde hace varios años llevo en mente, pero por una cosa u otra aun no me encontraba preparado para afrontar: cubrir la distancia de FilÍpides, la prueba reina del atletismo de fondo. Casi sin decir nada a mi familia y amigos dieron comienzo mis primeras competiciones y ya fue en el mes de noviembre cuando mi amigo y compañero Diego Galindo, gran atleta y mejor persona, además de mi quiromasajista Pedro Becerra, otro crack en el mundo del atletismo sobre todo su amplia experiencia en las carreras de ultrafondo, se llevaron una gran sorpresa y me animaron, con el argumento de la experiencia inolvidable que iba a vivir y más conociéndome sabían que si me lo tomaba en serio lo iba a conseguir.


Mis entrenamientos consistían en sumar kilómetros todas las semanas alternando días de kilométraje suave y días con entrenamientos de calidad, y el domingo normalmente la tirada larga normalmente de treinta kilómetros siempre buscando la compañía de mi grupo para ir acompañado la mayor parte del tiempo, y cuando las piernas estaban a tope alguna sesión de natación con unos buenos estiramientos. Y lo que nunca faltó, alguna sesión de fuerza en el gimnasio algo necesario e imprescindible para fortalecer ante tanto impacto.

La última semana previa al maratón comenzaron algunos problemas de sobrecarga que Pedro solventó recuperándome e hizo lo indecible para que pudiera cubrir este sueño; fue una semana dura porque mis pensamientos buscaban la molestia, aunque intentaba alejar el fantasma de no poder llegar, era inevitable, todo el trabajo estaba hecho sería una gran desilusión no cumplir mi sueño, pero no me resignaba a fallar.


Y llegó la hora de la partida hacía una de las ciudades que más me gustan, Sevilla, por su gente, y porque además pase unos años viviendo cerca de allí y guardo un gran recuerdo. El viaje con Victoria, mi mujer, sufridora de esta aventura. Se daba la circunstancia que mi grupo no iba a esta salida, ya que ellos este año preferían acudir a la Maratón de Badajoz y realizaban una salida hacía una Media Maratón en Valdelacalzada. La verdad que me hubiese encantado que al menos Diego Galindo hubiese estado en mi debut, pero sabía que iba a estar pendiente desde donde estuviese, al igual que el resto. Él tenía mucha ilusión, el que lo conozca sabe que es un atleta de los pies a la cabeza, de esos que nunca se rinden pase lo que pase, luchando hasta el final.


A primera hora de la tarde nos dirigimos a FIBES a recoger el dorsal 3965, el ambiente era increíble, Sevilla estaba volcada con el Maratón, los paneles de la carretera anunciaban los cortes de tráfico, los hoteles repletos de atletas... En fin, todo el mundo deseando que llegara la hora de calzarse esas zapatillas y darlo todo.


La llegada al lugar de concentración, el hotel, en el mismo centro de Sevilla, solo se veían atletas, todos comentaban sus pronósticos y yo intentaba evitar hablar de marcas, porque mi objetivo era acabarla, aunque mi entrenamiento estaba diseñado para no pasar de las tres horas y media. pero era la primera y desconocía qué podía ocurrir desde el kilómetro treinta hasta la finalización y no podía arriesgarme, por lo que había que ser conservador.


Había que acostarse temprano para madrugar, dejé todo preparado, no podía faltar nada, garmin cargado, equipación, dorsal colocado, geles, bidón... además estar a primera hora de la mañana en la zona de salida para coger sitio ya que imaginaros con nueve mil corredores; pero si os confieso algo, no fui capaz de dormir en toda la noche pensando en las molestias que había tenido toda la semana, el ritmo que iba a llevar...


Y por fin llegó el gran día, domingo 23 de Febrero, fecha que jamás voy a olvidar no ya por la fecha histórica de la que se trata sino ya os imagináis mi primera maratón, un acontecimiento en mi vida único y una nueva experiencia.


Me dirijo al cajón rosa en el que estaba mi número de dorsal al que debía ir según la organización, comienzo a calentar, para probarme un poco si las molestias había desaparecido, pero mi sorpresa fue que eran mínimas todavía, y fue sorpresa porque llevaba la última semana sin correr nada, solo había nadado y había rodado un poco con la bicicleta, pero ya estaba allí y había que intentar acabarla, se tenía que poner la cosa muy mal para retirarme ya solo por el tiempo invertido en el entrenamiento, por las horas quitadas a la familia, eran muchas cosas que hacían por las que tenía que echarme los kilómetros a las piernas y luchar.


Comienzo a entablar conversación con atletas, muchos de ellos veteranos que conocían perfectamente a lo que se enfrentaban, pero intento centrarme en mis objetivos, y comienzo a correr no intentando pensar en molestias ni nada que fuera lo que el destino quisiese, estaba en mis piernas afrontar esta distancia porque mi cabeza no había que convencerla, sabía lo que quería.


De repente me encontré en el kilómetro cuatro y con un ritmo mantenido por debajo de cinco, seguían las molestias, pero entre el esplendor de la ciudad de Sevilla y su gente animando, te llevaban en volandas, se me pasó rápido, intentaba olvidarme de lo que aún quedaba y disfrutar kilómetro a kilómetro. Es curioso, me había aprendido dónde estaban los monumentos y qué kilómetro ocupaba en el recorrido, reconozco que soy un forofo del arte y Sevilla con su atractivo no iba a ser menos.


Llegaba el kilómetro diez y una molestia en el tendón de Aquiles me hizo tener que bajar un poco el ritmo y con ello mi primer gel, hasta que desapareció ya al menos hasta el kilómetro trece, que me dejó adormecido los dos pies. No me explico aún porqué, pero me duró hasta al menos el kilómetro dieciséis, pasando la Macarena, por cierto fue maravilloso disfrutar de ese templo emblemático sevillano.


Quedaba un largo trecho hasta llegar a la primera mitad, no había prisas todo era cuestión de seguir manteniendo el ritmo, me coloqué a goma con un grupo que iba a un ritmo cómodo, que podía permitirme sin problemas, y así fue hasta llegar al paso de la media a una hora cuarenta y seis, todo iba según lo planificado.


Seguía sumando kilómetros, aprovechaba cada avituallamiento, por cierto un diez para los voluntarios, ¡cómo se volcaban con nosotros! era impresionante cómo nos animaban junto al público con sus gritos de ánimo cuando más falta hacía.


Una vez en el kilómetro treinta y tres ya sabía que lo que me quedaba jamás lo había hecho, entraba en la parte desconocida del maratón, distancia que no había cubierto nunca, sensaciones desconocidas que iba a descubrir, sabía que tenía que pasar por la Giralda, el monumento más emblemático, ¡impresionante!


Kilómetro treinta y cinco y las fuerzas iban aún intactas, el sueño se estaba forjando, solo me quedaban unos pocos de kilómetros para conseguirlo, no demasiados, pero tenía que seguir siendo conservador porque podía pasar de todo, desde lesionarme hasta quedarme bloqueado y no acabarla, y eso no estaba en mis pronósticos.


Iba avanzando poco a poco, me uní de nuevo a otro atleta en el kilómetro treinta y ocho, y entre ambos nos dábamos ánimo, me comentaba que esto estaba ya acabado, era cuestión de seguir manteniendo el ritmo a pesar que las piernas estaban muy cargadas, algo que ya no importaba, distaban ya apenas cinco kilómetros para llegar al Estadio Olímpico, ¡había ganas! porque eso significaba que mi sueño se iba a cumplir.


La llegada al Estadio Olímpico estaba próxima, aún lo recuerdo como si estuviera ahora, se me ponía la piel de gallina, ganas de llorar, ganas de atravesar la meta, pero tenía que seguir manteniendo la calma hasta el final, eran apenas dos kilómetros y la impaciencia me podía pasar factura.


Apenas había llegado al Kilómetro cuarenta y uno, las piernas seguían a tope, y los deseos de llegar eran cada más fuertes. Había que darlo todo manteniendo la misma cabeza que había tenido a lo largo del recorrido.


Hace algún tiempo, desde que llevaba preparando esta prueba, imaginaba cómo iba a entrar en meta, incluso lo había soñado, ahora era el momento de hacerlo realidad, había luchado y la carga física en las piernas era impresionante, pero tenía fuerzas para subir el ritmo en la entrada al Estadio y llegar victorioso al paso de meta.


Ya era una realidad, estaba cruzando la meta con los brazos levantados en señal de victoria, había culminado mi sueño. Paré mi reloj en tres horas treinta y cinco, tiempo real de la prueba, aunque el oficial era un par de minutos más, pero ¡que importa! había conseguido mi sueño, había acabado mi primera maratón con las mejores sensaciones que un atleta popular puede llegar, lloré, grité y yo qué sé multitud de sensaciones que se pueden llegar a sentir en un instante.


Victoria, mi pareja, estaba allí en las gradas del Estadio Olímpico, esperando, sabía que esta primera maratón iba dedicada en gran parte a ella y a mis dos pequeños, habían sido muchas horas de entrenamiento y aunque había intentado robarles el menor tiempo posible, todos sabemos que es inevitable, tienes que renunciar a parte de tu vida social, aunque si soy sincero, el deporte ya sea running, triatlón... ha sido mi vida siempre ,aunque en estos últimos años se ha convertido en un estilo de vida.


Crucé la meta y me dirigí hacía el puesto donde miembros de la organización hacían entrega de la medalla, fue el premio al esfuerzo, significaba mucho para mí y que jamás olvidaré. Todo había acabado y me sentía como si hubiera conquistado mi propio territorio, había alcanzado mi meta y ¿ahora que?, era la hora de buscar el siguiente objetivo de la temporada y fijaos que me dolía hasta el músculo mas desconocido de mis piernas... jajaja, ya os seguiré contando la próxima hazaña en la próxima crónica, ahora toca recuperarse para comenzar de nuevo a entrenar con normalidad con la ayuda de mi quiromasajista y entrenamientos combinados de natación y bicicleta evitando al menos en un par de semanas la carrera.


"Aprendí que en esta vida somos los que nos proponemos, además de ser lo que queremos ser, siendo posible cumplir un sueño si realmente nuestro interior esta dispuesto a darlo todo".




José Ramón Domínguez, 23 de Febrero de 2014





- Ver otras crónicas.